La Melodía de la Hija de la Campesina

por Samuel Hueto
4 abr 2025
La Melodía de la Hija de la Campesina

Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de verdes campos y montañas, una niña llamada Clara. Clara vivía con su madre, una campesina que trabajaba arduamente en los campos de trigo. A pesar de las largas horas de trabajo, siempre había una sonrisa en el rostro de su madre, y Clara la admiraba mucho.

Clara tenía un don especial: podía tocar la flauta de una manera que hacía que todos los que la escuchaban se sintieran felices. Su madre le había regalado la flauta en su cumpleaños, y desde entonces, Clara no se separaba de ella. Cada tarde, después de ayudar a su madre en el campo, Clara se sentaba bajo el gran roble al borde del río y tocaba melodías que llenaban el aire de alegría.

Un día, mientras Clara tocaba su flauta, un pajarito azul se posó en una rama cercana. El pajarito comenzó a cantar junto con la melodía de Clara, y juntos crearon una música tan hermosa que los animales del bosque se acercaron para escuchar. Había conejos, ciervos, y hasta una familia de zorros que se detuvieron a disfrutar del concierto improvisado.

Sin embargo, no muy lejos de allí, vivía un ogro gruñón llamado Grum. Grum no soportaba la música, y el sonido de la flauta de Clara lo ponía de mal humor. Decidió que tenía que hacer algo para detenerla. Una noche, mientras todos dormían, Grum se escabulló hasta la casa de Clara y se llevó la flauta.

A la mañana siguiente, Clara se despertó y buscó su flauta por toda la casa, pero no la encontró. Estaba muy triste, y su madre, al verla así, le dijo: "No te preocupes, Clara. La música está dentro de ti, no solo en la flauta". Pero Clara no estaba convencida. Sin su flauta, sentía que había perdido su voz.

Decidida a recuperar su flauta, Clara se adentró en el bosque en busca de pistas. El pajarito azul, que había escuchado lo sucedido, voló hasta ella y comenzó a cantar una melodía que Clara reconoció. Era la misma que había tocado el día anterior. Siguiendo al pajarito, Clara llegó hasta la cueva de Grum.

Con valentía, Clara se acercó a la entrada de la cueva y llamó al ogro. "Grum, sé que tienes mi flauta. Por favor, devuélvemela", dijo con voz firme. Grum, sorprendido por la valentía de la niña, salió de la cueva con la flauta en la mano.

"¿Por qué debería devolvértela?", preguntó Grum. Clara pensó por un momento y respondió: "Porque la música es para compartir, no para guardar. Si me devuelves la flauta, te prometo que tocaré una melodía solo para ti".

Grum, intrigado por la oferta, le devolvió la flauta a Clara. Ella sonrió y comenzó a tocar una melodía suave y dulce. Para sorpresa de Grum, la música no solo no le molestó, sino que le hizo sentir una calidez que nunca había sentido antes. Por primera vez, Grum sonrió.

Desde ese día, Clara y Grum se hicieron amigos. Clara tocaba su flauta en el bosque, y Grum, junto con los animales, se sentaba a escuchar. La música de Clara había logrado algo mágico: había transformado el corazón del ogro gruñón.

Y así, en el pequeño pueblo rodeado de verdes campos y montañas, la melodía de la hija de la campesina continuó llenando el aire de alegría, uniendo a todos en una armonía perfecta.

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