El Celular y el Mate

Había una vez, en un pequeño y colorido estante de la cocina, dos amigos muy especiales. Uno era un Celular, siempre brillante y lleno de canciones y cuentos. El otro era un Mate, redondito y cálido, siempre listo para una charla acogedora.
Un día, el Mate se sintió muy solo porque el Celular estaba muy ocupado. Las personas no paraban de usarlo para hablar, jugar y leer. El Mate esperaba y esperaba.
'¡Piiip! ¡Pooop!', sonaba el Celular. Pero el Mate se sentía más y más triste.
Una tarde, el Celular notó que su amigo Mate no estaba sonriendo. '¿Qué te pasa, amigo Mate?', preguntó el Celular. 'Me siento solo', suspiró el Mate. 'Todos quieren jugar contigo y yo me quedo aquí, sin hacer nada'.
El Celular pensó un momento. Quería hacer feliz a su amigo. '¡Tengo una idea!', exclamó el Celular. '¿Por qué no cuentas tú una historia hoy? Puedo grabarla y así, las personas también podrán escucharte cuando quieran'.
El Mate se animó. Comenzó a contar una historia antigua, una historia que su abuela Mate le había contado. Habló de montañas lejanas y estrellas brillantes. El Celular grabó cada palabra con cuidado.
Cuando el Mate terminó, el Celular guardó la historia. Esa noche, cuando la familia se reunió, el Celular dijo: 'Hoy tengo una sorpresa. ¡Escuchemos la historia del Mate!'.
Todos escucharon con atención. El Mate se sintió feliz y orgulloso. Todos aplaudieron y le pidieron más historias. Desde entonces, el Mate y el Celular compartían el tiempo. Algunos días contaban historias, otros días jugaban con el Celular.
Así, el Mate y el Celular aprendieron que compartir momentos y ayudar a sentirse bien al otro es muy importante. Y todos en la casa aprendieron algo nuevo: cada uno, grande o pequeño, tiene algo especial para compartir.
Y así, el Celular y el Mate siguieron siendo los mejores amigos, compartiendo y cuidando uno del otro, felices y contentos en su pequeño estante en la cocina.
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