El Maravilloso Viaje de Dorothy en Oz

En una tranquila granja de Kansas, vivía una niña llamada Dorothy junto a sus abuelos y su fiel perro Toto. Un día, mientras sus abuelos trabajaban en el campo, un tornado apareció de repente y arrastró a Dorothy y a Toto hacia un lugar muy especial: la tierra de Oz.
Cuando Dorothy aterrizó suavemente en Oz, se levantó y miró a su alrededor, sorprendida por el colorido paisaje. "¿Dónde estoy? ¡Esto no es Kansas!", exclamó Dorothy, mientras Toto ladraba a su lado.
De repente, apareció la Bruja Buena del Sur, con una sonrisa amable. "Bienvenida a Oz, Dorothy. Has liberado a los Munchkins al caer sobre la Bruja Malvada del Oeste", dijo la Bruja Buena. Dorothy, aún confundida, respondió: "¡Sólo quiero volver a casa!". La Bruja Buena del Sur le aconsejó: "Ve a la Ciudad Esmeralda y pide ayuda al Mago de Oz. Sigue el camino de ladrillos amarillos".
Dorothy comenzó su viaje por el camino de ladrillos amarillos. Pronto se encontró con un espantapájaros que parecía preocupado. "¡Hola! No tengo cerebro. ¿Puedo ir contigo a ver al Mago?", preguntó el Espantapájaros. "¡Claro! Quizás él pueda ayudarte", respondió Dorothy con entusiasmo.
Mientras caminaban, encontraron a un Hombre de Hojalata que estaba oxidado. "¡Oxidé mis articulaciones! Y no tengo corazón…", explicó el Hombre de Hojalata. "¡Ven con nosotros!", invitó Dorothy.
Más adelante, apareció un León Cobarde que rugió débilmente. "¡Grrr! ¡Bueno… en realidad… tengo miedo de todo!", confesó el León. Dorothy le animó: "Vamos todos al Mago de Oz".
Finalmente, llegaron al gran salón del Mago. Una voz fuerte resonó: "¡Si quieren mi ayuda, traigan la escoba de la Bruja Mala del Oeste!". Dorothy y sus amigos se embarcaron en la misión.
Al enfrentarse a la Bruja Mala del Oeste, Dorothy tuvo una idea valiente. "¡Toma esto!", gritó, lanzándole agua. La Bruja Mala gritó: "¡Me derritooo!", y desapareció.
Con la escoba en mano, Dorothy regresó al Mago. Sin embargo, descubrieron que el Mago no era un mago real, sino un hombre común. "Espantapájaros, ya eres sabio. Hojalata, tu compasión es tu corazón. León, has demostrado valor", dijo el Mago.
Dorothy preguntó: "¿Y cómo vuelvo a casa?". La Bruja Buena del Sur apareció de nuevo y le explicó: "Siempre pudiste, con tus zapatillas mágicas. Sólo di: 'no hay lugar como el hogar'".
Dorothy cerró los ojos y repitió: "¡No hay lugar como el hogar! ¡No hay lugar como el hogar!". Al abrir los ojos, se encontró de nuevo en su cama, en Kansas. "¡Estoy en casa! ¡Toto… fue un sueño increíble!", exclamó Dorothy, abrazando a su perro.
Y así, Dorothy aprendió que no hay lugar como el hogar.
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