Las Pulseras de Colores de Tahiel

Había una vez, en un pueblito rodeado de flores y montañas, un niño llamado Tahiel, cuyo corazón brillaba como el sol de la mañana. Siempre sonreía, pero lo que más lo hacía especial eran las pulseras que llevaba en su muñeca: una roja, una azul, una verde, una amarilla y una violeta.

Cada pulsera tenía un significado que solo él conocía. La roja le recordaba el amor de su familia, la azul la calma de mirar el cielo, la verde la esperanza de sus sueños, la amarilla la alegría de reír con los amigos, y la violeta la magia de imaginar cosas increíbles.

Un día, mientras jugaba en el bosque, escuchó un llanto suave. Siguiendo el sonido, encontró a una pequeña ardilla que había perdido el camino a casa. Tahiel, sin pensarlo, se quitó la pulsera verde y la puso en la patita de la ardilla.

—Con esta pulsera siempre tendrás esperanza, y nunca te sentirás sola —le dijo con ternura.

La ardilla, agradecida, lo guió a un lugar escondido del bosque donde crecían flores que cambiaban de color con la luz. Allí, un viejo árbol sabio le habló:

—Tahiel, lo que regalas con amor, vuelve multiplicado. Tus pulseras guardan magia, pero tu corazón… ¡tiene mucho más!

Desde ese día, Tahiel siguió regalando pulseras a quienes más lo necesitaban: a la niña que había perdido su perro, al anciano que vivía solo, y hasta al viajero que buscaba su hogar. Y aunque su muñeca se quedó vacía, su corazón se llenó de colores nuevos: el color de la gratitud, de la bondad y de la felicidad compartida.

Porque Tahiel descubrió que la verdadera magia no estaba en las pulseras, sino en el amor que ponía al darlas.

Fin 🌈