El Viaje de Nelly y el Conejo Saltarín

Había una vez, en un tranquilo bosque lleno de árboles altos y flores de todos los colores, una niña llamada Nelly. Nelly tenía los ojos brillantes y una sonrisa que iluminaba el día más nublado. Vivía en una pequeña cabaña de madera junto a sus padres y su perro, Rufus. Pero había algo que hacía a Nelly muy especial: amaba explorar y descubrir cosas nuevas.
Un soleado día de primavera, mientras jugaba cerca de un arroyo, Nelly escuchó un suave susurro. Era un conejo blanco, con orejas tan grandes que casi tocaban el cielo. Se llamaba Benny, el Conejo Saltarín. "¡Hola, Nelly!", dijo Benny, moviendo su nariz rápidamente. "Necesito tu ayuda para encontrar mi hogar. Me he perdido y no sé cómo volver".
Nelly, siempre lista para una aventura, decidió ayudar a su nuevo amigo. "¡Claro que sí, Benny!", respondió ella con entusiasmo. "Juntos, encontraremos el camino a casa".
Y así comenzó su viaje. Caminaron por el bosque, cruzaron puentes hechos de ramas y saltaron sobre charcos brillantes. Mientras avanzaban, Nelly le contaba a Benny sobre las estrellas, los planetas y cómo la luna siempre cuida de todos por la noche.
De repente, se encontraron con un gran problema. Llegaron a un lugar donde el camino se dividía en dos. Un camino era oscuro y espinoso, mientras que el otro estaba lleno de mariposas y flores. Nelly sintió un poco de miedo. "¿Qué camino debemos elegir, Benny?", preguntó ella dudosa.
Benny, con su olfato de conejo, cerró los ojos y olfateó el aire. "El camino de las mariposas huele a zanahorias frescas. Creo que es el camino correcto", dijo Benny con confianza.
Decididos, siguieron el camino de las mariposas, y pronto, llegaron a una colina desde donde podían ver todo el bosque. En la distancia, vieron la madriguera de Benny, rodeada de flores amarillas. "¡Lo logramos, Nelly!", exclamó Benny dando un alegre salto.
Benny estaba tan agradecido que invitó a Nelly a su casa para una fiesta de zanahorias y fresas. Allí, Nelly conoció a toda la familia de Benny, quienes la recibieron con abrazos y sonrisas.
Cuando llegó el momento de regresar a casa, Nelly se sintió un poco triste al despedirse de su nuevo amigo. "No te preocupes, Nelly", dijo Benny. "Siempre serás bienvenida aquí, y yo también iré a visitarte".
Nelly regresó a casa justo a tiempo para la cena. Les contó a sus padres sobre la increíble aventura y cómo ayudó a Benny a encontrar su hogar. Ellos la escucharon con atención y orgullo, y Rufus le lamió la cara, feliz de tenerla de vuelta.
Esa noche, mientras miraba las estrellas desde su ventana, Nelly pensó en la lección que había aprendido: cada camino tiene sus desafíos, pero con un poco de valentía y un buen amigo, siempre se puede encontrar el camino correcto.
Y así, Nelly se quedó dormida, soñando con nuevas aventuras que el futuro le podría traer.
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